Las calderas de condensación cuentan con una tecnología que ha sido desarrollada para ser de alto rendimiento. Estas se basan en el aprovechamiento del calor latente de condensación que está presente en los humos de combustión, son ideales porque la condensación proporciona un alto rendimiento, respetando el medio ambiente y consumiendo menos gas.
Y es que, la capacidad que tiene una caldera de condensación para aprovechar gran parte del calor que se pierde en forma de vapor de agua en el humo de la combustión, genera un rendimiento extra que se traduce en un consumo que va desde un 15 y un 30% menos de gas. Todo esto, por supuesto, según el tipo de uso y de la instalación (de radiadores o de suelo radiante).
Las calderas de condensación son la mejor opción para el agua caliente de uso sanitario y la calefacción. En contraste con las calderas convencionales, las calderas de condensación ofrecen la máxima eficiencia y un ahorro significativo.
Pero, antes de explicarte cómo funcionan las calderas de condensación, es preciso que comprendas dos conceptos importantes: calor latente y condensación.
Entonces, su funcionamiento se basa en la combustión de las sustancias que componen el gas que reaccionan con el oxígeno del aire. Este proceso produce, entre otras sustancias, calor y vapor de agua.
Al lograr que los gases se condensen, la caldera utiliza el calor latente para calentar el agua que circula por su interior.
Condensación de una caldera: eficiencia energética y cuidado del medio ambiente
Una caldera de condensación aporta grandes beneficios, y entre los más destacables se encuentran:
Debes saber además que con una instalación en una vivienda convencional, una caldera de condensación condensa el 82% del tiempo. Por tal motivo, cuando se presentan en el exterior de la vivienda temperaturas medias de la temporada de invierno, la caldera debe, en función de esa temperatura, trabajar con temperaturas más bajas (radiadores tibios), así es que la caldera condensa y, por lo tanto, los rendimientos son muy altos.